Extracto del libro "Arte y Percepción visual" de Rudolf Arnheim
Nadie niega que los colores
son portadores de una expresión fuerte, pero nadie sabe
cómo se produce esa expresión. Es cierto que la
opinión general la cree basada en la asociación: se dice
que el rojo es excitante porque nos recuerda el fuego, la sangre, la
revolución; el verde evoca la idea refrescante de la naturaleza,
y el azul es frío como el agua. Pero la teoría de
la asociación no resulta más esclarecedora aquí
que en otros ámbitos. El efecto del color es demasiado directo y
espontáneo para ser únicamente producto de una
interpretación asociada al percepto polr el aprendizaje.
Por otra parte, no tenemos
siquiera una hipótesis que ofrecer en cuanto al tipo de proceso
fisiológico que pudiera explicar la influencia del color. La
luminosidad fuerte, la saturación elevada y los matices de onda
larga producen excitación: un fojo puro y luminoso es más
activo que un azul grisáceo y apagado. Pero carecemos de
información sobre lo que la energía lumínica
intensa hace al sistema nervioso, o las razones de que la longitud de
onda de las vibraciones resulte importante. Algunos experimentos han
puesto de manifiesto una respuesta corporal al color.
Féré descubrio que el tono muscular y la
circulación sanguínea se acrecientan ante la luz
coloreada "en la secuencia que va del azul (menos) al verde, amarillo,
anaranjado y rojo". Esto concuerda con las observaciones
psicológicas de los efectos de estos colores, pero no sabemos si
de lo que aquí se trata es de una consecuencia secundaria de la
experiencia perceptual o de una influencia nerviosa más directa
de la energía lumínica sobre el comportamiento motor y la
circulación sanguínea.
Otro tanto sucede con las
observaciones de Kurt Goldstein, que en el curso de su práctica
neurológica observó, por ejemplo, que una paciente
aquejada de una enfermedad del cerebelo veía alterado su sentido
del equilibrio, se mareaba y corría peligro de caerse cuando
llevaba puesto un vestido rojo, síntomas que
desaparecdían cuando se vestía de verde. Goldstein dedujo
que los colores correspondientes a longitudes de onda largas van
acompañados de una reacción expansiva, mientras que las
cortas favorecen la constricción. "El organismo entero... a
través de los diferentes colores es impulsado hacia el mundo
exterior o apartado de él y concentrado hacia el centro del
organismo".
Esta reacción
física coincide con las observaciones de Kandinsky sobre el
aspecto de los colores. Kandinsky afirmaba que un círculo
amarillo revela "un movimiento de expansión desde el centro
hacia el exterior que casi se acerca marcadamente al espectador", y que
un círculo azul "desarrolla un movimiento concéntrico
(como el de un caracol al esconderse en su concha) y se aparta del
espectador.